17 de marzo de 2006

Árboles en el camino


Con unos 7 años, en el parque de delante de mi casa, corría alrededor de la zona de columpios. Un perrito (el diminutivo hace justicia) empezó a perseguirme, ladrando. Entonces tenía verdadero pavor a los perros. Seguí corriendo, pero mirando hacia atrás, vigilando que el perro no me alcanzara. Y entonces... ¡Boum! La hostia que pegué contra uno de los plátanos del parque (y bien gordo) fué de miedo. Hoy, cuando me acuerdo, todavía me duele.
Como tantas otras cosas que duelen cada vez que recuerdas. La vida está llena de árboles preciosos que sortear, pero, ¿por qué sólo recordamos el árbol con el que te la has pegado?

Hace ya algún tiempo escribí esto, y me apetecía colgarlo aquí, ahora. Por aquellos árboles que siempre están, aunque no los veas hasta que topas con ellos.

5 comentarios:

manuel_h dijo...

me ha dolido también a mí. A lo mejor preferimos no pensar mucho en los sorteados, por lo que duele perderlos.

Anónimo dijo...

el árbol seguro que te recuerda con cariño, o no...
hoy he visto muchos áboles, estaban preciosos, será porque no choqué.
besiños

siloam

Esther dijo...

quizás porque es el único que te ha dejado una cicatriz en la frente ¿no?

Anónimo dijo...

Cuando eras pequeño, me encantaba coger tu libreta del colegio para leer tus redacciones. Cómo disfruté con las aventuras de "Perro, Perrito, Perrazo". Y hoy, quiero darte las gracias:
GRACIAS por incluirme tu "link" en tu último E-mail.
GRACIAS por darme la oportunidad de ser una interferencia más en tu brillante "Interferencia Sónica".
GRACIAS por hacerme disfrutar de nuevo con tus relatos. (Te aseguro que ha sido todo un lujo, como cuando ojeaba a escondidas tu libreta escolar)
Pero, sobre todo, GRACIAS POR SER COMO ERES.
TE QUIERO TANTO.....
Tu Tata.

Anónimo dijo...

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