Contracrónica del Festival PS2010 para La Vanguardia.es AQUÍ
Sergisonic junto a la mascota oficial de PS: Tim Harrington (Les Savy Fav)
Primavera Sound estimula el ejercicio mental. Ya no cabe la menor duda. Si en Japón surgieron los sudokus, la versión más barcelonesa de estos pasatiempos la encontramos en el PS. No eran nubes, las que según los agoreros amenazaban la agradable climatología mediterránea, sino humo salido de las molleras de los asistentes, estudiando complejas retículas fabricadas en Excel, en las que se incluían horarios, grupos y escenarios. Estas guías artesanales, compartidas desinteresadamente por sus autores en la red en conocidos servidores anti-SGAE, son ya un clásico del festival: pequeñas obras de arte coleccionables que guardarán (también) la historia de PS, y que han logrado crear un mito urbano: la supuesta existencia del oscuro personaje conocido comoSolapador de conciertos. La elección y consiguiente renuncia ha sido, en esta edición, elevada a la categoría de arte. A lo largo del festival se han visto carreras desesperadas a lo Charles Chaplin ("¿Apse, Fuck Buttons o Delorean? ¿Standstill, Wire o Beach House? ¿Built Spill o No Age?"), estrés postraumático ("¡Me quedo con Broken Social Scene, pero sin Tortoise!" "¿Pero Condo Fucks eran Yo La Tengo?") y dudas existenciales ("No sé si ir a ver el mismo concierto de siempre de Wilco, la broma macarra de Les Savy Fav o suicidarme con Japandroids...").
No es un sudoku japonés, pero sí una tortura china de la que (supongo), nos tenemos que alegrar.
Internacionalización, poliglotismo y aglomeraciones. "Que nadie se levante de sus asientos, que esto empieza", parecía decir en la primera jornada Mark E. Smith (The Fall), metido en su papel chulesco de 'postpunki', como cualquier ex-actor porno que te dice "Yo ya he rodado esto antes, y mola". Y todo dios sabía en qué idioma hablaba.
Esta edición ha sido la de las 20.000 lenguas, un Primavera Sound cada vez más destino turístico cultural, con los asistentes haciendo más por la cerveza que el propio sponsor del festival. Pero eso sí, con los asientos justitos, contados. Casi desbordamiento del río durante los conciertos de The XX (las grandes superficies no les pegan ni con pegamento Imedio), Beach House y Low (con un montón de gente disfrutando del concierto de pie, en los pasillos del Auditori). El escenario principal también se ha convertido en ratonera durante los shows de Pavement, Wilco o Pixies. Se le supone lo mismo a Pet Shop Boys, pero este humilde cronista lo ignora, dado que huyó de forma cobarde del escenario mastodóntico en la última jornada. Huyó y triunfó (Polvo y Built to Spill lo bordaron).
La mascota de PS no es Copito de Nieve, pero se le parece. Tim Harrington, cantante de Les Savy Fav, se encuentra como en casa en PS. Ya tenía ganadas las simpatías de medio mundo con su espectacular performance de 2008, en la que estuvo durante más tiempo actuando entre el público y correteando entre los juncos que sobre el escenario ATP. Y este año había ganas de repetir.
Si no te has encontrado con Tim Harrington o no le has visto en algún momento del festival, es que no has estado allí. El barbudo cantante se mezcló con el público por todo el recinto, paseando su barriga y yendo como un poseso de escenario a escenario. Cantó un tema con Superchunk el jueves, se le vio el sábado bailando sobre el escenario con Liquid Liquid, y el viernes nos regaló, en concierto con su banda de acompañamiento (nunca mejor dicho) Les Savy Fav, otra ración de semidesnudos, disfraces y pinturas. La banda tuvo que dar por terminado el show abandonada por Harrington, quien bajó del escenario al público, salió corriendo, y nunca más se supo. Como Chuck Norris, desaparecido en combate pero siempre vuelve.
Encuestas y debates a pie de cancha. Metiendo un poco el oído donde no te llaman, enlos corrillos de sabelotodos que, nunca sabes cómo, han logrado ver todos y cada uno de los conciertos, se obtienen improvisadas (y baratas) encuestas. Las frases que más se repitieron fueron sobre la espectacular plataforma que montaron sobre el escenario Broken Social Scene, un nuevo concepto de familia, sobre la melena rizada y desbocada de la cantante de Beach House (qué nombre más bonito) en un directo que supo a gloria, y sobre la espectacular, histórica y bella experiencia del concierto que ofrecieron Low en el Auditori (pasarán los años y todavía se hablará de él).
También se ha debatido sobre los ya clásicos bocadillos bautizados con nombres de grupo. Este año, a los bocatas anodinamente llamados 'Wilco' (queso, pesto y tomates secos), 'Pixies' (jamón serrano con tomate) y 'The Fall' (jamón en dulce con queso y orégano), se ha impuesto por unanimidad el divertido 'Ket Shup Boys' (hamburguesa de carne ecológica).
En cuanto a las aburridas páginas sobre tendencias, es justo destacar la aparición de un nuevo debate entre las masas, ya que la presente edición ha supuesto todo un desfile de moda de tapones de los oídos (modelos fluorescentes, transparentes, salientes y marcianos...), debate altamente necesario desde la ruidosa experiencia vivida con My Bloody Valentine en la edición de 2009. La estética y el diseño, en deuda con Kevin Shields (quién lo iba a decir).
Y después de los títulos de crédito, llega The End, que no es otro grupo a añadir a la coincidencia horaria de Orbital y The Field (las fiestas separadas), sino que es El Final. Lamarea humana se aleja del recinto. No es Hollywood, pero PS también tiene lujos singulares: el tradicional desfile sobre la alfombra de vasos de plástico es como pisar los recuerdos de una larga noche de verano. Sólo que no es verano, sino Primavera (Sound, claro). Una verdadera orgía musical.
1 comentario:
Menudo cronista tenemos. Un abrazo sónico.
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