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14 de febrero de 2012

El spoiler dentro del film. "Melancholia" vs. "La bruja novata" como posible fin del mundo.



22.15 TV3 / Drama sci-fi *****
Melancholia
Melancholia (2011) DIRECTOR: Lars von Trier ACTORES: Kirsten Dunst, Charlotte Gainsbourg, Kiefer Sutherland PAÍS: Dinamarca/Suecia/Alemania; 136 min. Color




22.15 CUATRO / Animación *****
La bruja novata
Bedknovs and Broomsticks (1971) DIRECTOR: Robert Stevenson ACTORES: Angela Lansbury, David Tomlinson, Roddy McDowall PAÍS: EEUU, 99 min. Color (Technicolor)



29 de enero de 2012

¡Más tijeras! Apuntes rápidos sobre Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres



David Fincher es lo mejor de Millenium: Los hombres que no amaban las mujeres, pero sólo hasta donde puede, es decir, sólo si nos fijamos en los majestuosos títulos de crédito (nuevamente excelente la banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross) y en la austera y profunda factura expresionista del film, tanto en el diseño de tomas interiores, asfixiantes y asépticas por igual, como en los magníficos exteriores nórdicos que acrecentan la sensación de inquietante soledad bajo cero del cronista. Los castigados e impertérritos rostros de Daniel Craig y Rooney Mara, notables en su interpretación, complementan a la perfección el tono de un metraje de bella y gélida plasticidad.

Por otro lado no goza de igual fortuna el elenco de personajes secundarios, de número demasiado elevado para el desdibujado e insuficiente papel (meras casillas de Cluedo) que se les reserva. Los hombres que no amaban... es una película que no consigue (quizás tampoco lo pretendía) recobrar el pulso coral del maestro Robert Altman en Gosford Park, algo que hubiera redimensionado una historia disfrazada de modernidades que no debiera renegar de sus costuras eminentemente clásicas.

El drama familiar desfallece en esta ocasión (no como ocurría en Zodiac) ante el aparato formal de un thriller (intriga detectivesca, psicopatías, venganzas y personajes atormentados...) que no es la excusa sino el motor de una trama que, aunque reposada y fragmentada al principio (en un ritmo similar al de las películas sumariales de pregunta/respuesta) se equivoca intentando equiparar dos hilos argumentales que no avanzan en paralelo (especialmente erróneo es el anticlímax de la media hora final en la que se resuelve una trama empresarial que ya a nadie interesaba).

Si esperaba algo de Fincher es que narrara la tragedia griega de un clan familiar viciado, ambiguo y siempre sospechoso, lo que hubiera alimentado la acostumbrada y paciente teatralidad con la que el genial director adorna sus relatos. Pero éste se encontraba maniatado por el resto de una historia que trata de explicar demasiadas cosas.

Hacían falta más tijeras, más espacio para Fincher.

14 de enero de 2012

La verosimilitud de lo real. José Luis Guerín y Jonas Mekas. Correspondencias fílmicas


//STAGE 2.1
José Luis Guerín - Jonas Mekas

Utilizar el diálogo fílmico como soporte formal del intercambio, de la correspondencia íntima hecha pública entre dos individuos, amplía el horizonte sensorial al cual nos vemos abocados en esta hermosa primera parada de la exposición del CCCB en Barcelona, "Todas las cartas. Correspondencias fílmicas". Al igual que cuando el autor de una misiva se apropia de la pluma (permítanme la licencia anacrónica) y embiste sobre el papel en blanco las características morfológicas innatas e irrenunciablemente naturales de su caligrafía, las cartas fílmicas rodadas por Jonas Mekas y José Luis Guerín llevan adheridas la impronta, el código genético de su filmografía. Este abordaje a la intimidad de ambos cineastas permite concluir de forma satisfactoria y emocionante, certificando a la manera de un grafólogo, que para ambos modus operandi modus vivendi son, en verdad, uno, y no mero artefacto estético (el primero) o de hipocresía (el segundo). Como afirma el escritor y crítico Jordi Carrión, "la muestra se convierte en un ejemplo rotundo de la extimidad: hacer públicos el hogar, la amistad, los miedos, las obsesiones, la familia"

El acto siempre pornográfico que resulta abrir públicamente la correspondencia al ahora lectoespectador (en el término acuñado por Vicente Luis Mora en su reciente ensayo, editado por Seix Barral) permite no sólo aproximarse, sino realmente descubrir desde las tiernas excentridades protagonizadas por Jonas Mekas -no tengo la menor duda de que Jim Jarmusch pensó más de una vez en la persona del cineasta lituano para perfilar muchos de los personajes nómadas que pueblan su filmografía-, quien aparece cantando, hablando, editando, pero también abrumado por la vida (tembloroso monólogo filmado de madrugada tras revisitar la historia del siglo XX en Polonia y Eslovaquia) o los balbuceos iniciales en las cartas firmadas por un José Luis Guerín, reverencialmente admirador del cineasta lituano. No es estética, sino un acto humano y personal (con todo lo estético que de por sí conlleva). Y ésa es la clave: fragmentos de realidad que han de conformar la verdadera historia. Como defiende Mekas en una de las cartas, "la vida no es una actitud: la vida es la realidad". La verosimilitud atrapada sin filtros en una cámara: la nieve en los tejados, oficinistas trabajando en ventanas de edificios en Japón, hormigas transportando comida trepando muros imposibles, la muerte narrada ex-ante (sin palabras me dejaron las emocionantes imágenes de Guerín sobre Nika Bohinc,  joven crítica eslovena asesinada junto a su pareja en Manila, filmadas con improvisada naturalidad poco antes del triste suceso) y ex-post (la visita de Mekas a un cementerio en Cracovia). 

Sea la correspondencia del zar, los correos electrónicos o estas cartas filmadas. Sea también la amistad, las relaciones establecidas en redes sociales o la "frienship cinema", como brillantemente denomina Mekas a la relación establecida con Guerín, en el diálogo cruzado más que en el soliloquio obtendremos una excelente radiografía de nuestra historia, necesariamente incompleta, pero perfecta y sincera: la historia escrita diariamente en la incompleta e incomparable verosimilitud de la comunicación entre individuos. En la información existente entre la estampa de un sello y otro, en el transcurso del rodaje de un fotograma al siguiente.

***

ENLACES CRUZADOS

- Conversación entre Jonas Mekas y José Luis Guerín en el CCCB.

Seis apuntes sobre epistolaridad e imagen (artículo de Jordi Carrión, Letras Libres enero 2012)
Vindicación de la pantpágina (artículo de Vicente Luis Mora)

Godspeed you! black emperor (clip de "They don't sleep you anymore on the beach", voz en off que no pude quitarme de la cabeza mientras escuchaba a Jonas Mekas)
- Trailer de Night on Earth (Jim Jarmusch).
- Sonic Youth; actuación filmada por Jonas Mekas para la Anthology of American Music Folk.

- Jonas Mekas (web personal)
- José Luis Guerín (web CCCB)

16 de diciembre de 2011

I love David Lynch, I love David Fincher





7 de marzo de 2011

Black Swan, de Darren Aronofsky (palabras sobre un voyeur generoso)


No es sólo exploración, sino disección y autopsia lo que Darren Aronofsky fabrica y expone, mostrándose como observador invisible al objeto de su deseo. Un voyeurismo formal (sus planos persiguiendo literalmente las espaldas del personaje nuclear son ya marca de la casa) generosamente excesivo con el espectador, quien por más que se resista, acabará hipnotizado y poseído por esa misma visión. En sus narraciones, Darren Aronosky dirige también al espectador, precisa qué imagen es la que ha de superponerse a cualquier otra potencial lateralidad que pudiere desviar la retina del testigo invitado y teleguiado brutalmente, sin sutilezas ni rodeos.

La paranoica historia de una frágil pero insistente bailarina en los ensayos previos y posterior estreno del ballet "El lago de los cisnes" requería, después del desasosiego más calmado de The Wrestler (2008), recuperar los excesos ya ejercitados en Pi (1998) y, sobre todo, en la múltiple Requiem for a dream (1998). En Black Swan, Darren Aronosky abre en canal a una excelente Natalie Portman para obligarnos a palpar pornográficamente el abismo personal de la bailarina, rasgando la cortina privativa que escondía una obsesión enfermiza. Todo ello logrado mediante un método que sólo en apariencia es físico (ahí sí quedó varado Von Triers), y que en realidad es absolutamente psicológico: el director neoyorquino juega a ser Hitchcock y Kubrick, atiborrado de estimulantes (probablemente ésa, y no otra, sea la gran diferencia existente respecto al cine de Haneke, otro que tal baila), jugando minuciosamente con el montaje de lo narrado (claustrofóbica confusión de espacios en un continuum de terror que danza desde el lugar de trabajo al hogar) y el texto sólo vislumbrado (la elíptica relación entre madre y bailarina es, quizás, lo más explícitamente inquietante del film). El eléctrico clímax final, situado ya en el estreno definitivo de la obra y la conclusión de la historia a lo largo de sus actos y entreactos, también deja patente la compleja personalidad del cine de Aronofsky, nacida a golpe de poliédrico clasicismo.

A pesar de la precipitación predecible de los acontecimientos, con método pero también con piel, Aronofsky apabulla y golpea al espectador, obligándole a ver allí donde probablemente no quería llegar. Todo un ejercicio de generosidad indiscreta de voyeur, de altruismo espléndido y tóxico de un cineasta que dirige su obra (historia y espectador) hacia las entrañas de un ser humano (en plural, el mundo) que nunca se gusta.

24 de enero de 2011

Peace and Love (según Dr. Strangelove): una reseña turmix visual de Monsters, de Gareth Edwards



(contiene spoilers)


Monsters

Ed Wood

District 9


1. Logos
















2. On the road (de muros y fronteras)


Apocalypse Now

King Kong


Monsters


2.1 Real life?




3. Peace and Love (según Dr. Strangelove)

The love life of Octopus (The films of Jean Painlevé)


Tras el corazón verde & Avatar



Gone with the wind



- The end -