6 de marzo de 2016

Gasolineras


Hay días largos. Días largos con sus noches, trampas del lenguaje, horas circundando un reloj, days of wine and roses, de carreteras secundarias o autopistas [da igual], horas fronterizas entre un ayer y un mañana que como el vermut, la fideuà, el rock en Mali [o en un Malibú futuro] o la llamada telefónica son las risas sobre el periódico.

Sin orden: en la cafetería, un chico peruano sigue leyendo el periódico a un señor que no puede. Tiemblo, pero desconozco el motivo. Es el viento, Gary Snyder hablando del oeste, los abrazos y las palabras, la silueta de una figura.

En el fin de la noche, Imarhan hablará de otro desierto. A esas horas ya hemos visitado el barrio de Astor. Y Vallcarca, Poblenou, el Carmel, el Paralelo, Calrose y sus jabalíes, trayectorias y señales de osos, secuoyas y tortugas milenarias que anotan nuestras huellas, Pisadas sobre el Polvo en la frontera [Elías], la interzona, el púnctum de un viaje que fue y que es.

Encontrarnos en las gasolineras, de eso va este camino.

Pero no diré nada más.

2 comentarios:

Brisa dijo...

A veces algo que parece tener únicamente un sentido práctico acaba tocándote el corazón...

Ya sabes... Caminante no hay camino...

Un abrazo

Brisa dijo...

Cada lugar contiene por si mismo su historia. Las gasolineras son un lugar ideal para escribir sobre lo efímero...

Un abrazo