12 de diciembre de 2005

Autorización de regreso

La emisora me ha enviado a cubrir en directo una de las colas que se suceden a lo largo del año delante de las oficinas de la Delegación del Gobierno en Barcelona. Y es que, claro, llegan las Navidades, y todo el mundo, sobre todo los que están muy lejos, quiere estar cerca de los suyos. Otra cosa es que todos puedan. Algunos, ni tan sólo están en esta cola. ¡Dios, qué frío hace!

Tres hombres que discuten. Treinta o cuarenta euros y un sitio privilegiado en la cola es el motivo.

- ¡Este sitio no le pertoca al señor!
- ¡Es mi primo, y me ha estado guardando la vez!
- ¿Sí? ¡Y los dos billetes de 20 euros son la propinilla! ¡Traficantes! ¡Mafiosos!

Lástima de acento malgastado.

Hago la encuesta de rigor, a ver si entro en calor. "Y usted, ¿desde qué hora está?" Las cinco de la tarde, las ocho de la tarde, las diez de la noche, las dos de la madrugada, las tres... Una joven con veintimuypocos (igual casiveinte) me pregunta "¿A qué hora voy a salir en antena?". Pues no sé.

Una conversación más. Se llama Viviana.

- Vengo a buscar una autorización de regreso.
- ¿Cómo?
- Sí, es que quiero pasar las Navidades con mi familia, en Argentina.

Por Tutatis, ahora sí que no entiendo nada. Alguien quiere volver a casa, a SU casa, y viene a pedir permiso.

- No, no. Me parece que usted no entiende...
- ¿Cómo?
- La autorización de regreso. Si marcho a casa sin ella, ya no me dejan regresar.

Me faltan tres cafés más. Por iluso.
Cuando llega el metro a la estación, ¿qué se puede leer en su compuerta?

"Por favor, dejen salir."

Pues eso, pero aquí sin por-favor.

2 comentarios:

ana dijo...

gracias por la portada de la rdl de este mes

y por existir, claro.

;)

siloam dijo...

ah, que post tan bonito, y por poco no lo veo (esa costumbre mala, que se vá admquiriendo de ver solamente el último)
no me extraña... que mal suena : permiso de regreso.