Como un extraño en la que también era su casa, abrió la puerta con la llave, soltó un lacónico "ya estoy aquí" y se quitó los zapatos para limpiarse las plantas de los pies desnudos en la alfombra de la entrada. Toda su vida raspaba en esa maldita alfombra.
7 comentarios:
Y el polvo del ayer le inundó los pulmones...
por eso da miedo mirar debajo de las alfombras
saludos
Tienes tanta razón... La vida muchas veces raspa. Raspa en las alfombras, en las sábanas, en los cafés fríos, en los cajones vacíos, en los espejos sucios...
Me ha encantado.
Un beso
incluso el polvo del hoy es el que más le preocupe, sherezade.
...
cuánto se esconde debajo de una alfombra (en esta, en su pellejo). un saludo, manuel
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sí que raspa, sí. un beso, agua del río.
Joé, pues que no vuelva,
¿Es masoca, o es que tiene algún muerto en el armario?...
bueno, también podría quitar la alfombra. y es que, se pueden hacer tantas cosas con la vida de uno...
Por mucho que lo intentemos no podemos borrar nuestra huella, con las huellas pasa como con la sombra.. así que a veces lo mejor es entrar con los zapatos puestos, aunque tengamos la sensación de ser un invitado más.
Besossss¡¡
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