23 de noviembre de 2006

Esperanza: conversación telefónica (versión II)

La tenue luz de una lámpara color rojo rompe la oscuridad de la habitación. Una agradable melodía de fondo con el sonido de un piano, adorna el silencio. Sentado en un mullido sofá, con ropa cómoda y ligera, se encuentra Gorka, quien coge el teléfono y pulsa nueve teclas. Tras unos pitidos, alguien descuelga al otro lado de la línea, aunque Gorka no le da tiempo a contestar.

Hola, soy Gorka, ¿cómo te llamas? Vaya, qué directo. Perdóname, es que estoy algo nervioso. ¿Por qué quieres saber cómo me llamo? ¿Ya sabes que no acostumbramos a darlo? Tan sólo me gustaría conocer el nombre de con quién estoy hablando. ¿Tan importante es para ti, Gorka? Bueno, dicen que el nombre no hace la cosa, pero puede ayudar a imaginar un rostro, a acompañar una voz, a perfilar unos labios. Vaya, es bonito lo que dices: si quieres puedes llamarme Eva. ¿No podría ser Cristina? ¿Como que Cristina? Es que Cristina es un nombre especial para mí. Pero yo me llamo Eva, con lo que no sé si seré suficientemente especial para ti. Pero eso todavía no lo podemos saber, aunque de entrada, es todo más fácil si eres Cristina. Gorka, me estoy perdiendo un poco. Mira, Cristina, quizás ahora seas sólo Eva, pero en realidad, ¿quién se atreve a decir que no vayas a ser especial para mí? Me lo pones difícil, Gorka, ya sabes que no hay mucha gente especial en el mundo. Yo creo que todos somos potencialmente especiales. Ya, pero no todas nos llamamos Cristina. Pero tampoco tenéis porque llamaros todas Eva, con que seas especial... Yo no me propongo ser especial, sólo puedo proponerme ser yo misma, y en todo caso, que a ti te guste. Cristina, con pequeñas cosas se pueden satisfacer los mayores deseos. Me llamo Eva, Gorka, y saber cuáles son nuestros mayores deseos nos puede lanzar de cabeza a la frustración, vigila con ello. ¡Bah, Cristina, suicídate tú y tus sentimientos! ¡Ey, ey, entiende lo que digo! ¡Y me llamo Eva! Pues explícate mejor, tía. Es bien fácil, lee mis labios: e, uve, a... ¡Eva, bien fácil! ¡No, mujer, no me refería a eso, sino a qué significa para ti desear! Joder, tío, desear es algo humano, casi genético, no sé, a veces nos lo ponemos tan difícil que perdemos de vista lo que hay en nuestras casas, en nuestras manos, en nuestros bolsillos, acabamos sin saber qué queremos, y sin desear lo que ya tenemos. Lo que tú dices es que me convierta en un conformista. No, Gorka, lo que yo digo es que mires alto, sin olvidar lo que hay debajo del cielo que ves, y sin olvidar que tus pies han de tocar tierra. Bajo mis pies no hay nada, Cristina. ¿Y si miras arriba qué ves? Te veo a ti, Cristina. ¿Pero quién coño es Cristina? ¡Cristina es la fuente de mis pasiones, el latido de mis párpados! Ahora resulta que es poeta, el tío... ¡Cristina eres tú! Y dale, ¡que no Gorka, que no soy Cristina! ¡Sí que lo eres! Pero si no me conoces de nada, ¿cómo puedes decir esa tontería? Pues porque eres exactamente lo que yo quiero para mí, lo que yo quiero aquí, ahora; Cristina, ¡tú eres mi deseo! Perfecto, me has entendido a la perfección, además de haber olvidado tener en cuenta qué es lo que yo quiero. Pero no lo he olvidado, tú también necesitas desear. A ver, a ver, de momento el que ha llamado has sido tú, el que ha empezado a hablar has sido tú, y lo has hecho porque tú deseabas algo, no has llamado por mí. Sí que he llamado por ti, Cristina, y he llamado porque sabía que me cogerías el teléfono, que deseabas algo de mí. ¿Cómo? Sí, sí, tú has descolgado el teléfono porque querías hablar conmigo, querías volver a vivir lo inesperado, querías... Gorka, tú supones mucho, y pensar en mi lugar me parece casi egoísta. No estoy suponiendo nada, Cristina, tú lo sabes. ¡Que me llamo Eva! Vale, vale, te llamaré como prefieras, Cristina, pero es que estoy convencido que tú también me deseas. ¿En serio? Sí, sí, tan sólo que ahora no lo sabes, o no lo quieres decir. Gorka... ¿O acaso no podías haber dejado descolgado el teléfono? Mira, si hubiera dejado descolgado el teléfono, esos euros que te habrías ahorrado con la línea comunicando. Cristina, yo sólo quiero volver a disfrutar de esos momentos contigo, te echo de menos... Mira Gorka, tres cosas: la primera, me llamo Eva; la segunda, si Cristina quería volar y voló, déjala en paz y aprende a volar tú también; la tercera, ¿te has corrido ya? ¿Cómo dices? ¡Que si te has corrido ya, joder! ¿Correr, dónde he de correr? ¿Me cago en la hostia puta, Gorka! ¿Te lo explico o te lo cuento? Bueno, yo sólo llamaba para hablar contigo, Cristina... Gorka, ¿pero dónde has llamado?....... ¿Gorka?.......¿Estás ahí, Gorka?........ Sí, sí, estoy aquí. Gorka, ¿sabes dónde has llamado? Cristina, yo sólo quiero hablar contigo un poco, podemos hacer el amor otro día............... Me llamo Eva, Gorka, me llamo Eva.

Eva cuelga el teléfono de la pared de su cocina. Rompe a llorar y lanza unos papeles que tiene en su mano contra el suelo. Se acerca a una fregadera llena de platos sucios y abre un cajón, del que saca unos guantes de plástico. Vuelve a sonar el teléfono. Eva se limpia los mocos, carraspea un poco, aclarando su voz rota, y contesta rápidamente, sin dar opción a la persona del otro lado, en principio, desconocida. Su voz suena descolocada, perdida.

Hola, ¿cómo estás? Ésta es tu línea caliente, tu momento caliente, ¿qué es lo que prefieres que hagamos, amor?

Y es entonces cuando descubre que ya no sabe quién es: si Eva o Cristina.

13 comentarios:

ybris dijo...

Y yo ya no sé si es una línea caliente, si Gorka es un viejo verde o un loco, si Eva-Cristina es ama de casa o empleada de un Call-Center...
Pero lo he leído con gusto.

Un abrazo.

Princess Valium dijo...

Genial!

Angus Scrimm dijo...

Debo reconocer la extrañeza del post, lo alocado del post, lo surrealista del post.
Cristina es un nombre especial para mí, es el nombre de mi hermana.

Un saludo

Isabel Barceló Chico dijo...

La conversación ha resultado alucinante. La soledad a una parte del teléfono (Gorka) y la autoafirmación por la otra. Sin embargo, no he comprendido bien las lágrimas de Eva al colgar. Saludos cordiales.

Anónimo dijo...

me parecee lo más romántico leido desde ace tiempo...y eso q a mi me producen sorpresa tantos anuncios con tlfn en el periódico.
chapó.

siloam

Déjà vie dijo...

Pizzarica, buenas noches, le atiende cristina , dígame?

Eulalia dijo...

Cuando tenga que trabajar en una línea caliente para complementar la pensión, me llamaré como quiera el cliente, sólo faltaba.
Esa chica no servía para ese curro, pobre. Estoy segura de que lo dejó en cuanto el niño comenzó a ir al cole.

Anónimo dijo...

Hace años llamo llamo un niño desconocido a casa de mis padres y me preguntó:
-Papa, ¿vienes a buscarnos o vamos nosotros?
Les dije que iría yo buscarlos, espero que estén bien...

damián

Anónimo dijo...

Tú lo que eres es un cabrón, Mián!
En fin. Sergio, no quiero ir de listillo, pero averigüé el final del relato nada más comenzar a leerlo. Lo cual no significa una mierda, ya lo sé, porque el relato es cojonudo!
Un abrazo y hasta pronto.

Berenice dijo...

jajajajajjaa
em sona d'alguna cosa... Cristina? Eva? Sepias? Orugas procesionarias?

manuel_h dijo...

Vale, pero se corrió o tiró el dinero??

brutal!

Cristina Crisol dijo...

Es un homenaje a Vidas Cruzadas. Seguro.
Porque como buena Cristina que soy me gusta imaginarme las cosas con un matiz cinematográfico.

Anónimo dijo...

Es bueno... aunque ella se creía todo el rato que era Eva cuando en ese momento estaba siendo Cristina, así que yo creo que él... no.. en finnnn ná ciaoooo :)

Un petonet¡