10 de noviembre de 2007

Medianoche

Es más de medianoche.

Un hombre embutido en una larga gabardina y con un sombrero que le cubre el rostro camina con dificultad, tambaleándose contra los ladrillos agrietados de las fachadas de un pasaje estrecho y gris. Jadeando, se detiene un momento: tose y escupe sangre.Vuelve a caminar y tropieza contra un cubo de basura. Intenta esconder su silueta entre las sombras. Sólo hay encendidas dos farolas. Mira a ambos lados de la calle y observa: tres gatos escapando calle abajo, un letrero de luces de neón roto, ropa tendida en balcones, broncas, gritos y sollozos de bebés que escapan de las pocas ventanas que hay con luz… Está en guardia, nadie le ha seguido. Saca del bolsillo de la gabardina una llave, y abre la puerta situada en los bajos del edificio ante el que se ha detenido. Una vez dentro, se deja caer sobre el suelo de la entrada. El suelo queda manchado de un color rojizo, la sangre se desliza por la comisura de sus labios y por su nariz, el dolor de las costillas rotas casi no le permite respirar, pero consigue llegar hasta la sala de estar en la que le espera un sofá destartalado. El hombre se deja caer en él, y cierra los ojos, dolorido, exhausto…

o o o o o

Es medianoche.

Un edificio aparentemente abandonado. La zona está rodeada por decenas de coches de policía. Los agentes intentan controlar y mantener a distancia al número creciente de personas que se van acercando. Los que más molestan, como siempre son los periodistas que intentan ganar un Pulitzer. El teniente Hudson intenta controlar la situación.


- ¡Joder, quiero la puta zona acordonada ya! ¿A qué estamos jugando? ¡Enfocad a los tejados! ¿Dónde lo habéis visto por última vez? ¡Maldita sea! ¡Fonseca, arréglatelas como quieras, pero si lo perdemos de vista tendremos mañana una charla en mi despacho! ¿Quién ha llamado a los Servicios Especiales? ¿Es que piensan llegar en Navidad? ¡Mierda, mierda! ¡Fonseca, dime algo, coño!

- ¡Teniente, lo teníamos al lado de aquella antena en el tejado, pero ya hace rato de eso! ¡No sé dónde están los Servicios Especiales, pero si me sigue tocando los cojones entraré ahí dentro yo mismo y le diré si les necesitamos o no!

- ¡Mira Fonseca, no me jodas con tus discursos de héroe de mierda! ¡Preocúpate de que tus niños enfoquen bien y vuelvan a señalarme donde está ese maldito hijo de puta! ¡Quiero saber qué pie calza, de qué color es su pelo, cuantas veces ha follado en la última semana y sobre todo, me cago en la puta, si la niña aún está con él!

- ¡Ya habéis oído al Teniente! ¡Quiero que enfoquéis el dificio y busquéis a ese imbécil como si fuerais periodistas que buscan a Tom Cruise enrollándose con Julia Roberts, joder!

En ese preciso instante se escucha el grito de una niña, todos miran al edificio pero nadie logra reconocer de dónde viene.

- ¡Mierda Fonseca, voy a entrar!

Con el revólver en la mano, el teniente Hudson arranca a correr hacia la puerta de entrada del edificio. Los agentes apostados detrás de los coches patrulla apuntan nerviosos hacia todas partes, ignorando de dónde puede venir el peligro, intentando cubrir al mejor jefe de turno que han tenido en años, y que ahora ven en una dramática carrera hacia la puerta del edificio. Tragan saliva, todos con el mismo cosquilleo recorriendo sus brazos. Admiran al Teniente Hudson, y por eso buscan nerviosamente cualquier posible movimiento que ponga en peligro la vida del policía. Fonseca exclama, de repente:

- ¡Allí! ¿Qué es eso? ¡Enfocad el tanque allí!

Un agente enfoca el tanque de luz hacia una de las fachadas, donde la silueta de un hombre está entrando por una de las ventanas de los pisos superiores. Dos policías abren fuego, rompiendo el cristal de la ventana en mil añicos. Todo queda en silencio, quieto. Sólo se escucha el sonido de algunos cristales cayendo al suelo.

- ¡Joder, ha entrado dentro! ¿Quién coño era? ¿Quién os ha dicho que disparéis? ¿Le habéis dado? -pregunta Fonseca.

- ¡Creo que no, señor!

- ¡Mierda! 

Fonseca mira hacia la puerta del edificio y ve allí al Teniente Hudson quien, con un ademán, le pide calma, antes de desaparecer por la puerta 

- ¡Chicos, quiero que todos guardéis silencio, quiero escuchar absolutamente todo lo que pasa en ese puto edificio! ¡Si un ratón se está masturbando con un trozo de queso delante lo quiero saber! ¡Ya nos quejaremos otro día al sindicato de que nuestras emisoras individuales siguen sin funcionar! ¡Y quiero que hagáis callar a esa escoria de periodistas que seguimos teniendo demasiado cerca, coño! ¡Iluminad el edificio de una puta vez! ¡Silencio!

o o o o o

El teniente Hudson las ha visto de todos los colores en la comisaría, pero eso no mella su sentido de la responsabilidad, justicia y valentía. Se debía a su ciudad, a su gente, siempre actuaba sin dudas, por naturaleza e intuición. Como en aquel momento: si la niña había gritado quería decir que la niña estaba en peligro. Era sencillo...

Cerró la puerta del edificio y miró hacia la escalera. Todo estaba a oscuras, con la única iluminación que se colaba a través de las ventanas, desde los focos de fuera, formando extraños círculos de luz en movimiento sobre las paredes. Todavía se oía el sonido de los cristales rotos de una ventana. El teniente no había visto nada, pero había oído las exclamaciones y disparos de sus agentes. Sabía que algo había entrado en aquel edificio. Con la espalda contra la pared y su revólver amartillado, empezó a subir las escaleras, intentando percibir cualquier sonido, cualquier movimiento que le pudiera dar una pista de dónde estaba aquel loco.

Hay que joderse, pensaba, un tío que dice tener una bomba radioactiva en una maleta de ejecutivo, que ha dejado vídeos en internet, explicando que se proponía darnos la bienvenida a un nuevo juego: un nuevo sistema financiero. Y suelta que todos estamos demasiado bien acostumbrados a ganar, y que en realidad la vida es como la Bolsa. Hay que joderse. ¿A quién se le podía ocurrir semejante chorrada? El cabeza de chorlito éste…. ¿Cómo se hace llamar? Ah, sí, el “Ejecutivo”. Un psicópata con una bomba en una maleta para arreglarlo todo. Y una mierda. Un juego para el “Ejecutivo”, pero no para los dos simpáticos agentes que le descubrieron intentando esconder la maleta en el aparcamiento del parque central. Les había visto poco por comisaría, pero me dijeron los compañeros que eran grandes tíos. El tío se puso nervioso, y ellos también. Nunca se es suficiente experto para gestionar estas situaciones de crisis: los dos agentes muertos, y el “Ejecutivo” que logra escapar a tiros, tomando como rehén a una niña que llegaba con sus padres del colegio: el padre y la madre muertos. Mierda. A ver, concéntrate Hudson, que lo único que quiero es que mi corazón deje de latir tan fuerte y escuchar; escuchar dónde está escondido este gran hijo de puta…

El teniente llega a la quinta planta: la puerta de acceso está cerrada. Aunque mueve la maneta, parece que está atrancada. Acerca su oído a la puerta, y parece escuchar la respiración entrecortada de alguien. Alertado, retrocede, y en el mismo instante en que se dispone a embestir contra la puerta, ésta se abre fuertemente, golpeando al teniente y enviándolo al suelo. Mareado, sólo acierta a ver un tipo con los ojos abiertos como platos, vestido con traje y corbata, que se abalanza sobre él. El teniente consigue rodar por el suelo y esquivarlo, a la vez que lanza una patada al vientre del Ejecutivo que sólo golpea al aire. El Ejecutivo se gira rápidamente, como un gato enrabietado, y salta hacia el policía. Los dos ruedan por el suelo. ¡Este tipo es más duro que una roca! , piensa Hudson, después de golpear dos veces el abdomen del loco sin que éste se inmute. El Ejecutivo abre su boca espumosa sin emitir un solo gruñido, coge por la camisa al teniente, y lo levanta del suelo, sin aparente esfuerzo, volteándolo contra la pared. El golpe es fuerte, Hudson casi queda sin respiración, y sin tiempo para reaccionar. Vuelve a estar en las manos del psicópata: un puñetazo contra la mandíbula del policía, otro al vientre, se siente levitar, todo da vueltas, vuelve a volar contra la pared, para caer luego contra los peldaños de la escalera. Allí, quieto, retorcido de dolor, intenta recuperarse, mientras observa al Ejecutivo en lo alto de la escalera. Empieza a notar que se está desvaneciendo… Y por primera vez escucha la voz, aguda, estridente, de su contrincante.

- Imbéciles, ¿os pensabais que era una broma? El juego ha comenzado, y no siempre se gana, amigo. Y ahora mismo tu cotización está cayendo en picado. ¿Quieres que te haga un gráfico y lo analicemos juntos? -y ríe maliciosamente, mientras empieza a bajar lentamente los escalones hacia Hudson.

- Loco, no entiendes nada… La niña… ¿dónde está la niña? -balbucea Hudson.

- ¿La niña? Ya me he encargado de ella. También ha perdido.

- Hijo de puta, ¿no te das cuenta que todo esto es una locura sin sentido?

La vista de Hudson empieza a enturbiarse, ve borrosa la silueta de aquel personaje acercándose hacia él. Intenta poner en orden sus ideas, lucha por incorporarse y no perder el conocimiento… Levanta su mirada hacia el Ejecutivo y es entonces cuando se asusta de verdad... Algo está cayendo por el hueco de la escalera, una sombra fugaz, rápida, de la que surge un brazo que en una exhalación agarra al Ejecutivo arrastrándolo en la caída. Dios, piensa Hudson, son cinco pisos, cinco… Y el teniente pierde el conocimiento.

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Fragmento del informe del teniente Hudson, sobre los acontecimientos acaecidos en el edificio Bower, la medianoche del 11 al 12 de mayo del corriente.

“(…) Cuando recuperé el conocimiento estaba estirado en el rellano de la 5ª planta. No me podía mover del dolor. Un individuo vestido con una gabardina negra, gemía encorvado, apoyado sobre la pared, a unos metros de mí. Cuando observó que había recobrado el conocimiento, irguió su figura (aproximadamente metro ochenta), no sin trabajo. No pude vislumbrar su rostro. Con voz queda, entrecortada, me explicó en breves segundos que la niña ya había sido estrangulada cuando él llegó, que su cuerpo estaba en la séptima planta. Su voz temblaba. Me explicó que la bomba radioactiva que se encontraba en la maleta era un juguete de la empresa “Toys 4 You”, en la que el “Ejecutivo” había trabajado como analista financiero. Tras algunas operaciones con malos resultados, fue despedido hará unos dos meses. Desconocemos cómo sabía todo aquello. Le pregunté dónde estaba el “Ejecutivo”, y me contestó que su cuerpo estaba en la planta baja, que había muerto en la caída por el hueco de la escalera. Mi interlocutor, seguía dejando escapar gemidos de dolor, y tosía sangre. Le pregunté quién era, pero no contestó. Se dio la vuelta y marchó, no sin dificultades, subiendo las escaleras hacia los pisos superiores. Quizás la azotea, pero no lo sabemos con seguridad. No se encontró ni rastro de él en el edificio, y los agentes de policía que estaban en el exterior tampoco vieron a nada ni nadie salir del edificio. Desapareció. Es la tercera vez en un mes que se tienen noticias de (…)”

o o o o o

El hombre se despierta estirado en el sofá. La hemorragia ha echado a perder el viejo tapizado del mueble. Respira hondo, intentando no pensar en las costillas rotas, y se quita la gabardina y la vestimenta. El dolor es infernal, su cuerpo desnudo está repleto de magulladuras. Coge el suéter entre sus manos y lo mira: es de color negro, con un pequeño círculo gris en el centro. Está roto y manchado de sangre. Recuerda la cara de una niña. Y rompe a llorar.

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Fragmento del informe del teniente Hudson, sobre los acontecimientos acaecidos en el edificio Bower, la medianoche del 11 al 12 de mayo del corriente.

"(…)Lamentamos no haber podido hacer más por salvar la vida de todas esas personas. Asimismo no sabemos quién o qué es “Medianoche”, nombre en clave que utilizaremos en los sucesivos informes para referirnos al individuo misterioso que acabó con el "Ejecutivo". Propongo una investigación pormenorizada que trate de averiguar ante qué tipo de individuo estamos tratando. También propongo una mención especial para los dos agentes fallecidos en acto de servicio, así como a todo el equipo del agente Fonseca, quienes cubrieron con valentía el retraso de los Servicios Especiales. Propongo una investigación pormenorizada que trate de averiguar los motivos del mencionado retraso. Estamos tratando con locos, jugando con las vidas de las personas. Y la Bolsa quizás sí, pero esto no es un juego, señores. Fin del informe. FIRMADO: TENIENTE HUDSON.”


Con algo de sonrojo y vergüenza por el atrevimiento,
pero con mucho cariño, para un amigo, tebeonauta y sonámbulo,
que me ha hecho disfrutar más, si cabe, del mundo del cómic.
Muchas gracias, tío.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta noche a las 20:55 enfrente del Recasens ajustaré cuentas contigo. ¿Florete o pistola?

Anónimo dijo...

trompeta...

Sofía B. dijo...

Vaya hace tiempo que no leía entero algo tan largo en un blog. Enhorabuena.

Anónimo dijo...

Molt guai, Ets tot un Frank Miller.
:).

ybris dijo...

Se te dan como hongos estos relatos. Creo que tu amigo tebeonauta y sonámbulo se sentirá satisfecho con tu excelente homenaje.

Un abrazo

el_Vania dijo...

Novela negra, humor negro... urbano, cotidiano, real, entrañable...
Me ha encantado, la verdad!
Salud/OS!

Anónimo dijo...

uauuuuuuuuuuu
imaginaba que la niña era natalie Portman.

Anónimo dijo...

Gran relato para una medianoche...

Anónimo dijo...

Me he quedado pegada a la pantalla :) si hubiera seguido me habría encantado. Felicitats Sergi, por tu relato y por tu generosidad.

Un besito

rfm dijo...

muy bueno, sergi. menuda mezcla: es un cuento tan cinematográfico como muchos cómics.

un abrazo

ybris dijo...

Vuelvo a pasar por aquí y a releerte después de ver tus comentarios en mi blog a varias de mis entradas.
Gracias por leerme. Eres una excelente compañía.

Abrazos

humo dijo...

...¿Continuará?
Yo me he quedado con ganas de más.

manuel_h dijo...

precioso relato!!

Angus Scrimm dijo...

Estoy enfermo, no lo he leído con ganas. Lo repasaré mañana

sergisonic dijo...

la enhorabuena va para los que habéis aguantado la lectura laaaaarga del texto. y os doy las gracias de parte del entrañable Departamento de Policía de aquella ciudad, a quienes les siguen pasando cosas y cosas y cosas...

Ybris, tú eres la compañía, siempre presente con tus preciosas palabras, aquí, allí, en tu casa... Agradezco infinito el día que Marta me avisó que existía un VACÍO lleno de tantas y tantas cosas. De verdad. Y vaya si mequedo.blogspot.com. Tu compañía es preciosa. Un abrazo muy fuerte.

Angus, espero que te mejores. El otoño de octubre y noviembre es jodido. Cuídate mucho. Un abrazo.