No es Agustín
Fernández Mallo quien se ha apropiado indebidamente de la obra de Borges, sino
la viuda del genial escritor argentino, María Kodama, quien consigue en realidad el secuestro de ambas obras y a la vez amordaza el arte, la literatura, la voz.
Maquiavélica, Kodama no pasa de ser un plagio defectuoso de las malvadas madrastras de los
cuentos clásicos, un mal remake copyleft que ni los Hermanos Grimm podrían corregir. Desde aquí, un abrazo y todo mi apoyo y solidaridad a J. L. Borges, Agustín Fernández Mallo y a toda aquella obra literaria perseguida de forma
injusta. No son armas de destrucción masiva, sino tan sólo artefactos de construcción y
creación máxima, expandida y expansiva.
1 comentario:
Grandísimo argumento. Una vergüenza todo esto.
Paquito
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