La lectura la entiendo como un acto de experiencia íntima que puede ser compartido, por supuesto, pero cuyo espacio es en esencia una habitación propia en la que las reglas forman parte del adn de la persona lectora.
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Por contra, aunque compartan sensaciones, nunca he interpretado igual el visionado de una película en un cine. Incluso cuando he ido solo a la sala de proyección el gesto, el tipo de desplazamiento que me impulsaba era hacia "otro tipo" de habitación propia, más expuesta y expansiva, más compartida o celebratoria desde su propio inicio.
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Se ha hablado y escrito mucho del efecto que sobre el cine ha tenido la llegada de las plataformas televisivas en streaming. Más allá de este debate, con la proliferación (ahora sí) de series en streaming que reproducen narraciones literarias que provienen del formato cómic (Agents of Shield, Flash, Loki, Watchmen, Wandavision, o cualquier otro producto Marvel-Disney hasta llegar a la ultima The Sandman) o de un formato más novelesco (La serpiente de Essex, El cuento de la criada, The leftovers, La maldición de Hill House, Gomorra...) se produce en mí un efecto boomerang: me gusta acudir al cómic o novela de origen para leerlos o releerlos, según el caso, aunque percibo que el esfuerzo es mayor, y creo que uno de los motivos es porque se ofrecen historias coincidentes en medios distintos, sí, pero que comparten un mismo espacio físico de disfrute: la misma habitación propia.
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Aun así ahora estoy releyendo los cómics de The Sandman, al igual que la curiosidad me picó y leí la novela en la que se basa vagamente la primera temporada de Leftovers, por ejemplo, o la para mí desconocida "La serpiente de Essex". Me pregunto si el visionado en casa de series como The Sandman, Wandavision, Watchmen o La maldición de Hill House incentiva a que saltemos a las lectura de origen, pero a la vez me respondo casi simultáneamente: me temo que no, y esto es así debido a que las plataformas televisivas ocupan un espacio de la misma habitación propia que ocupa la lectura, ese lugar íntimo concreto con cuatro paredes, en el que ocurren cosas que nadie creería (las grandes historias personales, familiares ocurren en nuestras casas) al lado de una copa de vino o un café. No ocurre así con el cine: están las palomitas, la oscuridad de la sala, el desconocido o la desconocida que comparte contigo la fila y el asombro, las cabezadas y el miedo, el terciopelo de la alfombra y la incomodidad de las butacas. Es otro tipo de habitación, aunque propia también.
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Creo que las series de tv se complementan menos que el cine con la lectura. Creo además que si las series de tv no buscan añadir en su excelencia un añadido de originalidad corremos el riesgo de arrinconar aún más la experiencia de la lectura. No corráis, no corramos ese riesgo. ¿Leeréis Fundación, The Sandman, Watchmen, El cuento de la criada o La maldición de Hill House? No os lo penséis y corred a vuestra librería.
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