Juan Antonio Barril Zaragoza dejó de contar ovejas hace años. Pasea a su perro entre las 3 y las 4 horas de cada una de las madrugadas que tiene su semana, un acto que no puede ser considerado como vandálico, pero tampoco solidario, sino simple y llanamente egoísta, dado que es la respuesta contundente de un insomne que no quiere enfrentarse al duro interrogatorio del silencio nocturno de puertas cerradas en magnas habitaciones. El miedo a los fantasmas es una excusa teórica, un fatuo convencimiento de lo irreal como verdadera alternativa a la opción vital que supone el lamento de una persiana quejumbrosa, averiada y prejubilada. No hay velas en este entierro y por ello Juan Antonio Barril Zaragoza dejó de contar ovejas aquel 13 de noviembre de hace ya muchos, demasiados años.
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19 de septiembre de 2010
Contar ovejas: Juan Antonio Barril Zaragoza (Retratos I)
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