11 de septiembre de 2006

Notas de un viaje (y III)


Night on Earth


La ciudad nos recibe a la fresca y con lluvia. Desde la parada donde nos deja el metro, empezamos a caminar en busca del hotel. La luz tenue de las farolas queda manchada por esas gotas de agua que nos saludan en la cara. Buscamos ayuda en algún taxista. Es tarde, a saber qué puede pasar...

Fragmento del film "Night on Earth", de Jim Jarmusch:

NY. Noche. Dentro de un taxi. YoYo, después de comprobar que su taxista, Helmut, no sabe conducir decide tomar el volante él mismo, y hacer el trayecto con el taxista de acompañante:

"YoYo: Y tú, ¿de dónde eres?
Helmut: De Alemania, de Alemania Oriental. Soy de Dresde. Queda cerca de Checoslovaquia.
YoYo: ¿Cerca de qué?
Helmut: Checoslovaquia. Praga. La capital, Praga.
YoYo: (asintiendo) ¿Qué, te escapaste de allí?
Helmut: No, tenía derecho a marcharme.
YoYo: ¿Tienes familia allí?
Helmut: (mirando por la ventanilla) No tengo familia.
YoYo: ¿Y qué hacías allí antes de venir aquí? Está claro que no eras taxista, Jua Jua Jua Jua
Helmut: (sonriendo) Era payaso en un circo.
YoYo: ¡No jodas tío! Juá Juá Juá
Helmut: Te lo enseñaré (Helmut saca dos flautas que empieza a tocar al unísono)

No hay nadie en la calle, creo que estamos más en las afueras de lo que creía. Por la mañana nos aseguraremos. Conseguimos parar al cabo de un rato un taxi. Es un Skoda antiguo, pequeño. El taxista nos mirar con ojos pequeñitos y expresión sosa. "Vamos a este Hotel", le señalamos en el mail que lleva Xavi, "Está en la calle Neklanova". Tras largos segundos mirando el papel, sin abrir su pequeña boca, mientras en el polvoriento radiocassete sigue sonando una canción que nos traslada al pop de hace 20 años, el taxista pulsa el botón del taxímetro, y empieza a buscar en su guía de calles. Le ofrezco ayuda con el mapa que traemos en nuestra guía. ¡A mí no me timan!
No. No nos timaban. Perdidos en las calles de Praga, el taxista, Xavi y yo, arranca el coche en un concéntrico trayecto que nos acabará dejando en un hotel equivocado, a en el otro extremo de la calle que buscábamos, y el tio devolviéndonos el cambio en euros: no tenía coronas, pero sí euros... Helmut, ¿dónde estás cuando te necesitan?

Praga, un bonito insecto

El panorama ya se transforma, como Gregor Samsa una mañana, después de un sueño intranquilo, que se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Praga, una ciudad en incipiente transformación. En la ciudad, un curioso y dorado reloj para astrónomos marca las horas del presente, y las fachadas y adoquines nos explican el pasado: nos hablan de primaveras violentas, de revoluciones pacíficas aterciopeladas, de límites fronterizos, de escritores surrealistas, de un gran río, de dos grandes castillos, de un puente mágico, de un sorprendente cementerio... Praga...

Colores

La lluvia parece pintar las fachadas de los edificios del conglomerado urbano: lilas, amarillos, verdes, rojos, todos los colores se dan cita en una orgía que batalla, bajo el mando del azul acuoso del Moldava, contra el gris tradicional del viejo continente, contra la sombra que a veces se ha cernido sobre las tejas rojas de las cubiertas de las casas. Mientras tanto, adornados por los destellos de la ciudad,
Fred y Ginger bailan.

Un hotel curioso

Techos inclinados, televisiones gigantes, Ray Loriga, Sonic Youth y La pistola de mi hermano, cuadros de H.R. Giger, vinos noctámbulos en el salón con David, el recepcionista, huevos fritos, bacon, salchichas de frankfurt, embutidos, café y pastas, gente trabajadora... Quizás éramos nosotros, quienes lo hacíamos curioso.

Escudos, espadas y hachas mágicas

Nada más pisar la ciudad, Antón ya nos avisa que estamos en una ciudad distinta, mágica, que hay fantasmas guardando cada una de las esquinas. "Los escudos mágicos que traemos camuflados con formas de paraguas nos servirán, como este hacha que he conseguido en el castillo de Praga", dice, "No hay por qué preocuparse. Y punto". Siempre es bueno poder tener a tu lado a alguien tan valiente que confiera seguridad al grupo en la aventura. El caballero sin armadura: Antón. Sus fieles escuderos le acompañamos.

Espionaje industrial

Cuenta la imaginería popular que, cuando en 1490 se encargó al maestro relojero Hanus la reconstrucción del
reloj astronómico del Ayuntamiento de Praga, los regidores municipales, para evitar que pudiera copiar esa obra maestra en otra ciudad, le dejaron ciego. Un perfecto caso de espionaje industrial en el peligroso arte y oficio de la relojería.

Telegrama

Vino tinto: Frakovka, Vavrinecké
Cervezas (Pivo): Budweiser Budvar, Plznský prazdroj (Pilsner Urquell)
Una historia: El buen soldado Svejk
Una calle: Golden Lane
Lugares: La plaza de la ciudad vieja (Starometské námestí), el antiguo cementerio judío (Starý Zidovský Hrbitov; debido a la falta de espacio, los cuerpos eran enterrados unos encima de otros, hasta apilar doce), los alrededores del castillo y el barrio de Malá Strana (con sus calles en bellas subidas y bajadas), el puente de Carlos IV (Karlúv Most).
Y más, siempre más...

Despedida de Praga

Brindamos esa noche con vino checo, por los días pasados, y por qué no, por los que habrán de llegar. Es el día que más trasnochamos: parece que no queramos ir a dormir, que no queramos que un sueño, el de este verano, se acabe. Por la mañana Praga nos despedirá con una sonrisa luminosa, con rayos de sol que nos invitan a volver.
No sin antes padecer una breve discusión con el taxista de turno, nosotros también nos despedimos de Praga: hasta pronto.

Mayte

Hemos llegado a Barcelona. Un vuelo sin novedades, a lo que seguro ayudó que fuera el día que menos dormimos. Después de una hora de huelga encubierta de los trabajadores de tierra del aeropuerto, por fin conseguimos las maletas. Estamos todos en círculo, Antón con una bolsa de ganchitos que, generoso, acerca a todos. Su mirada se posa en una chica preciosa. Dos pasos hacia ella y le alarga la mano, ofreciéndole ganchitos:

"¿Quieres uno?"
"No, no, gracias. Son para ti."

Antón se gira hacia nosotros, y le digo "¿Ya le has dicho a esta chica cómo te llamas?" Quien contesta es ella, con una sonrisa que ilumina su cara: "Sí, sí. Ya sé que se llama Antón, he hablado con él antes". Ya veo que Antón no ha perdido el tiempo en esa hora de espera. Insisto: "¿Y ya le has preguntado cómo se llama ella?". Llevándose un ganchito a la boca, la mira y le pregunta:
"¿Cómo te llamas?
"Mayte", contesta ella con una sonrisa.
Y entonces Antón se gira hacia nosotros, levanta las cejas sorprendido y en un momento del todo trascendente nos suelta: "Como la canguro, tío." Su cara es un poema... Y las nuestras: en el aeropuerto aún se escuchan los ecos de nuestras carcajadas.

Epílogo

Cargo una maleta verde en mis manos, mientras me dirijo hacia una puerta de cristal que se abre al aproximarme. Parece fruto de la magia. Una bocanada de aire fresco me golpea la cara, y veo a lo lejos un sinfín de de aventuras por vivir. Miro atrás, y antes de que la puerta se cierre, también veo muchas cosas. Cosas guardadas ahora por una puerta mágica, que sólo se abrirá cuando yo me aproxime.


Por todos esos momentos, y tantos otros escondidos en algún sitio, gracias a Mati, Núria, Germà, Anton i Xavi.



5 comentarios:

manuel_h dijo...

Estuve ahí hace, creo, tres años, y me encantó. Ha sido un placer leer sobre aquellos sitios.

http://esdeab.blogspot.com/2004/07/edda-en-praga.html

sergisonic dijo...

Es bonita la historia de Edda y Luis que cuentas, Manuel. El placer es mío, por poder contaros.
Gracias y un abrazo!

Anónimo dijo...

Me lo pienso releer todo para creerme que yo también he estado ahí y así poder tener recuerdos :))

besitoss¡

Zifnab dijo...

Eres bueno tíoooo que diría Buenafuente o el que dobla a de Niro o incluso el propio de Niro

Me ha encantado. No sabía del buen soldado. Ahora si se quién es. Juro por mi alma condenada leermelo. El Golem si me lo lei y me empujó por praga. Tendré que regresar. No se que el nombre de la ciudad quiere decir "el umbral". Habrá que traspasarlo pues.

Se feliz

sergisonic dijo...

raule, esa chimenea también os espera a vosotros.
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brisa, mis recuerdos son tuyos. gracias por quererlos.
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zifnab, el golem también nos acompañó, espero que nos vuelva a empujar -a ti y a mí- y regresar.