Aquella noche de marzo estaba en un concierto de Roy Orbison,
y era el sueño perfecto, mi sueño perfecto en el que cantaba con él, por fin cantaba
You got it, Crying, Running Scared, In dreams, Only the lonely y lloraba y cantaba con él
y la gente lloraba y cantaba y Roy lloraba detrás de sus gafas oscuras
y tocaba su guitarra negra, porque él era un hombre de negro
y cuando acabó el concierto los dos nos abrazamos ahí arriba,
en el escenario
y la gente aplaudía sin parar porque Roy era un hombre de negro, vestido de negro,
al que aplaudir cuando acababa el concierto, como cuando Roy se quitó las gafas
y las puso en mis manos,
Roy hacía aplaudir sin las manos y la gente se volvía loca, y lloraba y cantaba, y lloraba de nuevo,
y entonces mis manos temblaron, los cimientos de la tierra temblaron
y también los cielos sobre la tierra y la gente aplaudía,
la gente aplaudía pero mucho no,
muchísimo,
y yo le decía a Roy "No te quites las gafas todavía, el sol molesta mucho en este escenario",
y Roy y su sonrisa y sus pequeños ojos me miraban con amor, con mucho amor,
un amor que nunca antes había sufrido,
un momento de amor en el que Roy cerraría mis manos para siempre
y para ellas,
un momento de amor con Roy.
1 comentario:
No digas más.
Seguro que te gustó.
Nada inspira como lo que nos impresiona.
Abrazos.
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