29 de enero de 2012

¡Más tijeras! Apuntes rápidos sobre Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres



David Fincher es lo mejor de Millenium: Los hombres que no amaban las mujeres, pero sólo hasta donde puede, es decir, sólo si nos fijamos en los majestuosos títulos de crédito (nuevamente excelente la banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross) y en la austera y profunda factura expresionista del film, tanto en el diseño de tomas interiores, asfixiantes y asépticas por igual, como en los magníficos exteriores nórdicos que acrecentan la sensación de inquietante soledad bajo cero del cronista. Los castigados e impertérritos rostros de Daniel Craig y Rooney Mara, notables en su interpretación, complementan a la perfección el tono de un metraje de bella y gélida plasticidad.

Por otro lado no goza de igual fortuna el elenco de personajes secundarios, de número demasiado elevado para el desdibujado e insuficiente papel (meras casillas de Cluedo) que se les reserva. Los hombres que no amaban... es una película que no consigue (quizás tampoco lo pretendía) recobrar el pulso coral del maestro Robert Altman en Gosford Park, algo que hubiera redimensionado una historia disfrazada de modernidades que no debiera renegar de sus costuras eminentemente clásicas.

El drama familiar desfallece en esta ocasión (no como ocurría en Zodiac) ante el aparato formal de un thriller (intriga detectivesca, psicopatías, venganzas y personajes atormentados...) que no es la excusa sino el motor de una trama que, aunque reposada y fragmentada al principio (en un ritmo similar al de las películas sumariales de pregunta/respuesta) se equivoca intentando equiparar dos hilos argumentales que no avanzan en paralelo (especialmente erróneo es el anticlímax de la media hora final en la que se resuelve una trama empresarial que ya a nadie interesaba).

Si esperaba algo de Fincher es que narrara la tragedia griega de un clan familiar viciado, ambiguo y siempre sospechoso, lo que hubiera alimentado la acostumbrada y paciente teatralidad con la que el genial director adorna sus relatos. Pero éste se encontraba maniatado por el resto de una historia que trata de explicar demasiadas cosas.

Hacían falta más tijeras, más espacio para Fincher.

5 comentarios:

Paula Irupé Salmoiraghi dijo...

Es cierto lo que decís. Ésta megustó pero más las tres suecas ¿Las viste?

sergisonic dijo...

no, no he visto las películas suecas ni leído los libros.

Virginia Riquelme dijo...

Sergi, estoy totalmente de acuerdo con lo que dices, pero creo que se puede plantear un diálogo interesante teniendo en mente la versión sueca y esta de Fincher... He pensado varias cosas al respecto y entre ellas está justamente el hecho de que la trama familiar esta mucho mejor tratada (un poco más cercano a lo que tú mismo apuntas al respecto) en la versión sueca y que se echa mucho de menos en esta versión... De ahí que no sé si sea sólo que le faltaron tijeras y espacio sino que él quiso privilegiar otras cosas sin darse cuenta que un espectador acostumbrado a él y a sus modos quedaría con cierto sinsabor. Un abrazo.

sergisonic dijo...

Tendré que ver la versión sueca entonces. Precisamente me interesaba aprovecharme de poder ver la película de Fincher de forma nada viciada, in media res, sólo como un film. Pero tengo curosidad en ver la sueca ahora. Eso, y volver a ver Gosford Park. Un abrazo, Virginia, espero que todo te esté yendo fenomenal!

Anónimo dijo...

Sergi, la teva crítica em dóna ganes de veura la pel·lícula. Jo sí he vist la trilogia sueca. Em resta veure la versió de Fincher ad finem ;)

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