So put away the book
John Ashbery (1927 - ...)
No hay ni muchos ni
pocos momentos. Sólo infinitas melancolías y semáforos que separan el recuerdo
del recuerdo y de ti. Un inicio como cualquier otro, porque no hay inicio en
una vida que no tiene piel, al igual que no existe mejor o peor manera de
iniciar este relato, porque no es éste su verdadero inicio. La realidad es
aparente, como la piel de aquel cuadrado en el Museo de ciencias naturales. Obsérvalo
y recuérdalo, porque quizás no lo vuelvas a ver. Sabes que un trozo de carne
expuesto al transcurso de las rotaciones envejece; la combustión finita de la
piel chamuscada. Y su inversa es este cuadrado único, infinito, de puntos
escapistas, de lados abrazados a un horizonte plural e intangible, un cuadrado
sin lados sobre fondo blanco que logra públicamente hacer visible lo inexistente.
La visibilidad de la transparencia como definición precisa de la apariencia. El
cuadrado perfecto que reformula simultáneamente estética, filosofía y ciencia, y
que sienta las bases de la “geometría aparente”, primera modelización teórica de
la infinitud en su plena esencia, la visualización del pensamiento más allá de sus
vértices, de la Ciencia de la Transparencia.
Oler el vértigo.
Sudar un vértigo
de números imaginarios, de invenciones retóricas que se apoderan de mi
inquietud. Pulsa [23] y escucha en la audioguía del museo la voz que trata de
narrar en palabras un imposible:
“Cuadrado sin
lados sobre fondo blanco:
La pigmentación
mostrada por el lienzo tras la retroexposición en estéreo de rayos uva a la que
fue sometido durante cuarenta y seis horas, logró exactamente el efecto
contrario al del bronceado solar urbano, un efecto similar al producido al
atravesar la entrada de una habitación y emerger simultáneamente por la misma
entrada. Un viaje sin viaje. La retroexposición logró un cuadrado sin lados
sobre fondo blanco aparentemente sin igual, el cuadrado perfecto del cual aquí,
en el Museo, sólo puedes disfrutar de una reinterpretación, dado que es
imposible observar el original, cuya cualidad esencial básica es la ubicuidad. Con el
descubrimiento del Cuadrado ubicuo nace la Geometría Aparente ,
modelización teórica de una realidad existente pero desconocida que desenmascaraba
al fin la mentira de los números imaginarios, defendida durante años por matemáticos, y
sobre los cuales se sustentaban tantas otras ciencias: los números no son
imaginarios sino transparentes, un concepto ahora sí tangible para la imaginación. A
partir de éstos, el arquitecto Lars Von Triers fue el primero en lograr una
aplicación práctica para el Teorema básico de la materia transparente, reconstruyendo
su pueblo natal, Dogville, devastado por los continuos movimientos sísmicos provocados
por la falla de San Andrés. Von Triers utilizó como material de construcción
principal la aparente y perfecta transparencia del ladrillo. [¿No es acaso
tangible la transparencia infinita de un ladrillo de arcilla con sus redondos
orificios laterales repletos de vacío transparente que oxigenan la materia y
que son cada vez mayores en el cuerpo de arcilla? ¿No es acaso tangible el
orificio ya mayor que el ladrillo?]. El resultado revolucionó la historia:
paredes aparentes, ciudades aparentes, ventanas aparentes, farolas aparentes,
McDonald’s aparentes, coches aparentes, hombres y mujeres aparentes, polvos
aparentes, violencia aparente, fuel aparente… Hipermercados de emoción y
quimeras de realidad. La apariencia derrotó al mundo y éste dejó de ser un
simulacro, apartó su máscara para mostrarse ante millones de personas como una
sociedad ficticia que era algo más que un simple engaño, una sociedad en la que
los nuevos estratos sociales eran geométricos y transparentes. En definitiva,
la geometría aparente es un concepto tan absolutamente sin límites, que nadie
ha sido capaz todavía de inmortalizar su definición exacta sobre las paginas de
un libro, sobre la arena de Wikipedia.”
Huelo el
vértigo.
¿Lo hueles?
No hay ni muchos
ni pocos momentos. Sólo infinitas melancolías y semáforos que separan el
recuerdo del recuerdo y de ti. Un inicio como cualquier otro, porque no hay
inicio en una vida que no tiene piel, al igual que no existe mejor o peor
manera de iniciar este relato, porque no era aquél su verdadero inicio. La
realidad es aparente y maldita, como la piel del Cuadrado ubicuo en el Museo de
ciencias naturales. Jamás he vuelto al Museo porque jamás volvería al Museo. No
he vuelto a observar al Cuadrado porque sé que es él quien me observa, sin
lienzo ni piel, quien observa mi triste apariencia sin vida, mis movimientos,
ya sea sentado en el sofá, follando en la cama, o perdido entre calles llenas
de cuadrados, cuando en realidad hay uno solo, que observa.
Recuérdalo.
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Remake del cuento "El libro de arena”,
de Jorge Luis Borges.
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